Area Médica: Conferencia Dra. Di Virgilio
http://www.youtube.com/watch?v=Ab_F6akL6gE&feature=player_embedded
Area Médica
Cuestionario CHAT
CHAT
(CUESTIONARIO PARA DETECCIÓN DE RIESGO DE AUTISMO A LOS 18 MESES)
Autores: Baron-Cohen et al.
El CHAT (CHecklist for Autism in Toddlers) es un cuestionario para determinar posibles casos de niños con autismo en la exploración evolutiva rutinaria de los 18 meses por parte de Médicos Pediatras, Médicos Generales (MG) y Diplomados Universitarios de Enfermería (DUE). Se tarda alrededor de 20 minutos en completarlo.
(CUESTIONARIO PARA DETECCIÓN DE RIESGO DE AUTISMO A LOS 18 MESES)
Autores: Baron-Cohen et al.
El CHAT (CHecklist for Autism in Toddlers) es un cuestionario para determinar posibles casos de niños con autismo en la exploración evolutiva rutinaria de los 18 meses por parte de Médicos Pediatras, Médicos Generales (MG) y Diplomados Universitarios de Enfermería (DUE). Se tarda alrededor de 20 minutos en completarlo.
Esta ténica de tamizaje (que se realiza a los 18 meses y luego a los 24 ó 30 meses) NO da diagnóstico, pero significa que corresponde la derivación para una evaluación especializada.
SECCION A: PREGUNTAR AL PADRE/MADRE:
1. ¿Disfruta su hijo al ser mecido, botar en sus rodillas, etc? SI NO
2. ¿Se interesa su hijo por otros niños? (*) SI NO
3. ¿Le gusta a su hijo subirse a los sitios, como a lo alto de las escaleras?SI NO
4. ¿Disfruta su hijo jugando al cucú-tras/ escondite? SI NO
5. ¿Simula alguna vez su hijo, por ejemplo, servir una taza de té usando una tetera y una taza de juguete, o simula otras cosas? (*) SI NO
6. ¿Utiliza alguna vez su hijo el dedo índice para señalar, para pedir algo?SI NO
7. ¿Usa alguna vez su hijo el dedo índice para señalar, para indicar interés por algo? (*)SI NO
8. ¿Sabe su hijo jugar adecuadamente con juguetes pequeños (p.ej. coches o bloques), y no sólo llevárselos a la boca, manosearlos o tirarlos? SI NO
9. ¿Alguna vez su hijo le ha llevado objetos para mostrarle algo? (*) SI NO
SECCION B: OBSERVACION DEL MG O DUE
I. ¿Ha establecido el niño contacto ocular con Vd durante la observación?SI NO
II. Consiga la atención del niño, entonces señale un objeto interesante en la habitación y diga: “¡Oh mira¡ Hay un (nombre de juguete)¡” (1) SI NO
III. Consiga la atención del niño, entonces dele una tetera y una taza de juguete y diga “¿Puedes servir una taza de té?” (*) (2) SI NO
IV. Diga al niño “¿Dónde está la luz?”. ¿Señala el niño con su dedo índice a la luz? (3) SI NO
V. ¿Sabe el niño construir una torre de bloques?. Si es así, ¿Cuántos? SI NO
(*) Indica las preguntas críticas que son las más indicativas de la existencia de rasgos autistas.
1. Para contestar Si en esta pregunta, asegúrese de que el niño no ha mirado sólo su mano, sino que realmente ha mirado el objeto que está Vd. señalando.
2. Si puede lograr un ejemplo de simulación en cualquier otro juego, puntúe Si en este item.
3. Repítalo con "¿Dónde está el osito?" o con cualquier otro objeto inalcanzable, si el niño no entiende la palabra "luz". Para registrar Si en este item, el niño debe haber mirado a su cara en torno al momento de señalar.
La Sección A evalúa 9 áreas del desarrollo, con una pregunta para cada área: juego brusco y desordenado, interés social, desarrollo motor, juego social, juego simulado, señalar protoimperativo, señalar protodeclarativo, juego funcional, atención conjunta.
La Sección B se ha incluido para que el médico compruebe el comportamiento del niño, comprobando las respuestas de los padres dadas en la Sección A.
Díaz Atienza, F; García de Pablos, C; Martín Romera, A.
Revista de Psiquiatría y Psicología del Niño y del Adolescente, 2004, 4(2): 127-144 142
MCHAT
CUESTIONARIO MODIFICADO PARA DETECCIÓN DE RIESGO DE AUTISMO (Robins et al, 2001)
Con relación a su hijo/a conteste lo que crea más apropiado. Por favor intente contestar todas las preguntas.
Si el comportamiento es infrecuente (usted sólo lo ha observado una o dos veces) conteste que el niño no lo manifiesta.
1. ¿Disfruta su hijo siendo montado a caballito y siendo balanceado sobre sus rodillas?. SI NO
2. ¿Se interesa su hijo por otros niños? (*) SI NO
3. ¿Le gusta a su hijo subirse a los sitios, como a lo alto de las escaleras? SI NO
4. ¿Disfruta su hijo jugando al cucú-tras/ escondite? SI NO
5. ¿Simula alguna vez su hijo, por ejemplo, servir una taza de té usando una tetera y una taza de juguete, o simula otras cosas? SI NO
6. ¿Utiliza alguna vez su hijo el dedo índice para señalar, para PEDIR algo? SI NO
7. ¿Usa alguna vez su hijo el dedo índice para señalar, para indicar INTERES por algo? (*) SI NO
8. ¿Sabe su hijo jugar adecuadamente con juguetes pequeños (p.ej. coches o bloques), y no sólo llevárselos a la boca, manosearlos o tirarlos? SI NO
9. ¿Alguna vez su hijo le ha llevado objetos para MOSTRARLE algo? (*) SI NO
10. ¿Mira a los ojos más de un segundo o dos? SI NO
11. ¿Parece hipersensible al ruido? SI NO
12. ¿Sonríe como respuesta a su cara o a su sonrisa? SI NO
13. ¿Le imita su hijo? (Ej. Si vd hace gestos ¿los imita él? SI NO
14. ¿Responde su hijo a su nombre cuándo lo llaman? SI NO
15. Si Vd apunta a un objeto ¿Su hijo lo mira? SI NO
16. ¿Camina su hijo? SI NO
17. ¿Mira su hijo las cosas que Vd mira? SI NO
18. ¿Hace movimientos inusuales o extraños delante de su cara? SI NO
19. ¿Intenta atraer su atención cuándo está haciendo algo? SI NO
20. ¿Se han preguntado si su hijo es sordo? SI NO
21. ¿Comprende su hijo lo que la gente dice? SI NO
22. ¿Mira su hijo de manera fija al vacío o anda como si no supiera donde va?SI NO
23. ¿Mira su hijo a su cara para comprobar su reacción cuando se enfrenta a algo extraño? SI NO
Tabla V. Items incluidos en el análisis de la Función Discriminante del MCHAT
7. Usa alguna vez su hijo el dedo índice para señalar, para indicar INTERES por algo?
14.¿Responde su hijo a su nombre cuándo lo llaman?
2. ¿Se interesa su hijo por otros niños?
9 ¿Alguna vez su hijo le ha llevado objetos para MOSTRARLE algo?
15.Si Vd apunta a un objeto ¿Su hijo lo mira?
13.¿Le imita su hijo? (Ej. Si vd hace gestos ¿los imita él?
Traducción por Francisco Díaz Atienza y Enrique Prados Martín
Revista de Psiquiatría y Psicología del Niño y del adolescente, 2004, 4(2)
Bibliografía
Baird G, Charman T, Baron-Cohen S et al (2000). A screenig Instrument for Autism at 18 Months of Age: A 6- Year Follow-up Study. J Am Acad Child Adolesc Psychatry, 39:6, 694-702
Baron-Cohen et al. An epidemiological study of autism at 18 months of age" de J. Swettenham, 5º Congreso de Autismo Europa, 1996.
CIE-10. Clasificación internacional de enfermedades. Madrid, Organización Mundial de la Salud,1992.
Charman T, Baron-Cohen S, Baird G, Cox A, Wheelwrigth S, Swettenhan J, Drew A (2001). Commentary: The Modified Checklist for Autism in Toddlers. Journal of Autism and Developmental Disorders, 31:2, pp:145-148
DSM-IV. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona, Masson, 1995.
Filipek PA et al. (1999) The Screening and Diagnosis of Autistic Spectrum Disorders. Journal of Autism and Developmental Disorders Vol. 29, No. 6
Howlin, P., & Moore, A. (1997). Diagnosis of autism. A survey of over 1200 patients in the UK. Autism, 1, 135- 162.
Robins DL, Fein D, Barton ML, Green A (2001). The Modified Checklist for Autism in Toddlers: An Initial Study Investigating the Early Detection of Autism and Pervasive Developmental Disorders. Journal of Autism and Developmental Disorders, 31:2, pp: 131-144
Robins DL, Fein D, Barton ML, Green A (2001). Reply to Charman et al.`s Commentary on the Modified Checklist for Autism in Toddlers. Journal of Autism and Developmental Disorders, 31:2, pp: 149-151
La importancia del Diagnóstico Precoz y la correcta orientación al Especialista
Acerca de los Trastornos del Desarrollo Infantil del tipo de los TGD/TEA. La importancia del diagnóstico precoz y la correcta orientación al Especialista:
Dra. Cecilia Di Virgilio
Médica (UNLP)
MP111.389/MN 96.206
Esp. en Psiquiatría y Psicología Médica Infanto-Juvenil
Los síntomas principales de los Trastornos del Desarrollo Infantil que se engloban dentro de las nomenclaturas de TGD (trastornos generalizados del desarrollo) ó TEA (trastornos del espectro del autismo) son ciertas manifestaciones ó síntomas característicos que conforman una “tríada clásica”, que denotan que se encuentran comprometidas 3 áreas del desarrollo de un niño/a, que son:
1) la interacción con los otros y la socialización
2) la comunicación y el lenguaje
3) el comportamiento e intereses
Los TGD/TEA tienen criterios diagnósticos característicos (que se encuentran enumerados en los Manuales de uso internacional que son el DSM IV y el CIE 10), edades de reconocimiento de la problemática, aparición de los síntomas “clásicos”, que se asocian a ciertas características clínicas y del desarrollo “particulares” ó “diferentes” respecto del desarrollo “estándar” o “típico” de la mayoría de los niños. Dicho de otro modo: que un niño/a con TGD/TEA presenta un desarrollo “diferente” o “inusual” en aquellos 3 aspectos/áreas mencionadas de su desarrollo, respecto de otros niños/as de su edad. O sea, que estos niños/as tienen un patrón de desarrollo “no-típico”.
Los signos clínicos suelen presentarse antes de los 3 años de edad, pero el desarrollo del lenguaje típico podría retrasar la identificación de los síntomas.
Este tipo de problemáticas son objeto de atención creciente tanto para profesionales y educadores que trabajan en el campo de la Infancia, como para la sociedad en general.
Existe una gran variabilidad en la presentación clínica, importante heterogeneidad, siendo cuadros muy diferentes entre sí los que se agrupan bajo estas denominaciones. Hay distintos niveles de compromiso de aquellas áreas del desarrollo afectadas -desde casos más leves a otros de mayor gravedad- y presentan manifestaciones principalmente a nivel conductual. Es más correcto hablar de un amplio continuo ó “espectro” de problemas de tipo neuro-conductuales y cognitivos que incluyen -entre otros- los síntomas centrales de este tipo de problemáticas del desarrollo infantil.
Los cambios recientes en las cifras de prevalencia a nivel mundial (que oscilan entre 1 de cada 110 niños ó 1 de cada 250 niños tienen un TEA), la importancia de la detección temprana y los reconocidos beneficios que trae aparejado, hacen que sea esencial la realización de un diagnóstico temprano y acertado. Para ello, es necesario conocer y manejar de forma adecuada los criterios diagnósticos de estos trastornos para evitar la pérdida de tiempo.
El Pediatra de Atención Primaria debe ser el encargado de realizar la sospecha diagnóstica y la orientación a un Especialista. Se debe “escuchar” a los padres, ya que en la mayoría de los casos es la familia la primera en detectar ciertas “diferencias” en ese hijo/a que motivaron su preocupación. Para ello, además de estar familiarizado con la presentación clínica de estos trastornos, debe manejar distintos instrumentos de Screening (o tamizaje o pesquisa) y realizar un despistaje inicial de posibles casos “de riesgo”.
Los instrumentos de Screening de validez comprobada y vigente su uso a nivel mundial, son Cuestionarios (por ej: CHAT, M-CHAT, Q-CHAT) que están disponibles en versiones en español, gratuitos, de fácil administración, respondiendo los padres en la sala de espera del Pediatra en 20 minutos aprox. Estas ténicas de tamizaje (que se realizan a los 18 meses y luego a los 24 ó 30 meses) NO dan diagnóstico, pero significa que corresponde la derivación para una evaluación especializada.
El Pediatra también debe investigar si existe alguna patología orgánica asociada, realizar la derivación de la familia a otro tipo de interconsultas, estudios, etc. Este tipo de acciones tienen que ser dirigidas según el adecuado criterio médico del profesional tratante. La práctica y el “buen ejercicio” de la profesión incluye la Vigilancia del Desarrollo de todos los niños, sospechar y orientar correctamente, derivar oportuna y tempranamente al Especialista, y acompañar a la familia durante todo el desarrollo de su hijo/a.
Una vez realizada la sospecha diagnóstica entonces, será el Especialista el que confirme el diagnóstico mediante la evaluación clínica psicopatológica especializada (basada en los criterios diagnósticos de uso internacional -por ej. DSM y CIE entre otros) y los instrumentos diagnósticos especializados. El Especialista es quien definirá qué pasos a seguir y qué estrategias corresponden para cada caso, se descartarán los posibles diagnósticos diferenciales y se revisará la singularidad y particularidad de cada caso, para poder realizar las orientaciones correspondientes de tipo terapéutico, educativo, familiar, etc.
No hay un tratamiento “único” ni igual para todos los casos, ni “uno mejor” por sobre todos los otros, pero por supuesto hay tratamientos que han demostrado mayor eficiencia y otros que no tienen comprobada efectividad, ó no tienen un sustento teórico que sea correlativo los actuales conocimientos y avances de las neurociencias, etc. Hay que hacer especial hincapié en ser criterioso y responsable con las sugerencias, y no fomentar los “tratamientos de moda” y los que proponen “curas mágicas” que no tienen un suficiente aval científico comprobado.
La eficacia del tratamiento estará en sintonía con el criterio del Especialista en esta problemática, que oriente correctamente a la familia según los requerimientos y necesidades reales de cada paciente, que debe pensarlo de modo individualizado, acorde a debilidades y fortalezas encontradas en ese caso, a las necesidades de abordaje específicas, a las ofertas locales del lugar de residencia, y se verán las orientaciones que el sujeto vaya a ir necesitando a lo largo de todo su crecimiento y desarrollo, durante toda su vida, y en su propio contexto familiar y social.
En los últimos 10 años se ha progresado mucho en el diagnóstico y el tratamiento. Por suerte, la detección y el diagnóstico precoz en los niños –y niños en riesgo- permite poder empezar a pensar en términos de “prevención” y diseñar tratamientos cada vez más efectivos para alterar el curso del comportamiento temprano y el desarrollo cerebral, que llevará a cambios favorables en la evolución y el pronostico de estos niños/as.
Es necesario promocionar la identificación precoz, conocer mejor los mecanismos cerebrales y desarrollar tratamientos y estrategias efectivas para moderar el efecto y la “expresión” del trastorno del espectro autista en cada niño, lo que aportará mejorías en el pronóstico y la evolución futura, como también la calidad de vida para ese niño/a y su familia.
Dra. Cecilia Di Virgilio
Médica (UNLP)
MP111.389/MN 96.206
Esp. en Psiquiatría y Psicología Médica Infanto-Juvenil
Los síntomas principales de los Trastornos del Desarrollo Infantil que se engloban dentro de las nomenclaturas de TGD (trastornos generalizados del desarrollo) ó TEA (trastornos del espectro del autismo) son ciertas manifestaciones ó síntomas característicos que conforman una “tríada clásica”, que denotan que se encuentran comprometidas 3 áreas del desarrollo de un niño/a, que son:
1) la interacción con los otros y la socialización
2) la comunicación y el lenguaje
3) el comportamiento e intereses
Los TGD/TEA tienen criterios diagnósticos característicos (que se encuentran enumerados en los Manuales de uso internacional que son el DSM IV y el CIE 10), edades de reconocimiento de la problemática, aparición de los síntomas “clásicos”, que se asocian a ciertas características clínicas y del desarrollo “particulares” ó “diferentes” respecto del desarrollo “estándar” o “típico” de la mayoría de los niños. Dicho de otro modo: que un niño/a con TGD/TEA presenta un desarrollo “diferente” o “inusual” en aquellos 3 aspectos/áreas mencionadas de su desarrollo, respecto de otros niños/as de su edad. O sea, que estos niños/as tienen un patrón de desarrollo “no-típico”.
Los signos clínicos suelen presentarse antes de los 3 años de edad, pero el desarrollo del lenguaje típico podría retrasar la identificación de los síntomas.
Este tipo de problemáticas son objeto de atención creciente tanto para profesionales y educadores que trabajan en el campo de la Infancia, como para la sociedad en general.
Existe una gran variabilidad en la presentación clínica, importante heterogeneidad, siendo cuadros muy diferentes entre sí los que se agrupan bajo estas denominaciones. Hay distintos niveles de compromiso de aquellas áreas del desarrollo afectadas -desde casos más leves a otros de mayor gravedad- y presentan manifestaciones principalmente a nivel conductual. Es más correcto hablar de un amplio continuo ó “espectro” de problemas de tipo neuro-conductuales y cognitivos que incluyen -entre otros- los síntomas centrales de este tipo de problemáticas del desarrollo infantil.
Los cambios recientes en las cifras de prevalencia a nivel mundial (que oscilan entre 1 de cada 110 niños ó 1 de cada 250 niños tienen un TEA), la importancia de la detección temprana y los reconocidos beneficios que trae aparejado, hacen que sea esencial la realización de un diagnóstico temprano y acertado. Para ello, es necesario conocer y manejar de forma adecuada los criterios diagnósticos de estos trastornos para evitar la pérdida de tiempo.
El Pediatra de Atención Primaria debe ser el encargado de realizar la sospecha diagnóstica y la orientación a un Especialista. Se debe “escuchar” a los padres, ya que en la mayoría de los casos es la familia la primera en detectar ciertas “diferencias” en ese hijo/a que motivaron su preocupación. Para ello, además de estar familiarizado con la presentación clínica de estos trastornos, debe manejar distintos instrumentos de Screening (o tamizaje o pesquisa) y realizar un despistaje inicial de posibles casos “de riesgo”.
Los instrumentos de Screening de validez comprobada y vigente su uso a nivel mundial, son Cuestionarios (por ej: CHAT, M-CHAT, Q-CHAT) que están disponibles en versiones en español, gratuitos, de fácil administración, respondiendo los padres en la sala de espera del Pediatra en 20 minutos aprox. Estas ténicas de tamizaje (que se realizan a los 18 meses y luego a los 24 ó 30 meses) NO dan diagnóstico, pero significa que corresponde la derivación para una evaluación especializada.
El Pediatra también debe investigar si existe alguna patología orgánica asociada, realizar la derivación de la familia a otro tipo de interconsultas, estudios, etc. Este tipo de acciones tienen que ser dirigidas según el adecuado criterio médico del profesional tratante. La práctica y el “buen ejercicio” de la profesión incluye la Vigilancia del Desarrollo de todos los niños, sospechar y orientar correctamente, derivar oportuna y tempranamente al Especialista, y acompañar a la familia durante todo el desarrollo de su hijo/a.
Una vez realizada la sospecha diagnóstica entonces, será el Especialista el que confirme el diagnóstico mediante la evaluación clínica psicopatológica especializada (basada en los criterios diagnósticos de uso internacional -por ej. DSM y CIE entre otros) y los instrumentos diagnósticos especializados. El Especialista es quien definirá qué pasos a seguir y qué estrategias corresponden para cada caso, se descartarán los posibles diagnósticos diferenciales y se revisará la singularidad y particularidad de cada caso, para poder realizar las orientaciones correspondientes de tipo terapéutico, educativo, familiar, etc.
No hay un tratamiento “único” ni igual para todos los casos, ni “uno mejor” por sobre todos los otros, pero por supuesto hay tratamientos que han demostrado mayor eficiencia y otros que no tienen comprobada efectividad, ó no tienen un sustento teórico que sea correlativo los actuales conocimientos y avances de las neurociencias, etc. Hay que hacer especial hincapié en ser criterioso y responsable con las sugerencias, y no fomentar los “tratamientos de moda” y los que proponen “curas mágicas” que no tienen un suficiente aval científico comprobado.
La eficacia del tratamiento estará en sintonía con el criterio del Especialista en esta problemática, que oriente correctamente a la familia según los requerimientos y necesidades reales de cada paciente, que debe pensarlo de modo individualizado, acorde a debilidades y fortalezas encontradas en ese caso, a las necesidades de abordaje específicas, a las ofertas locales del lugar de residencia, y se verán las orientaciones que el sujeto vaya a ir necesitando a lo largo de todo su crecimiento y desarrollo, durante toda su vida, y en su propio contexto familiar y social.
En los últimos 10 años se ha progresado mucho en el diagnóstico y el tratamiento. Por suerte, la detección y el diagnóstico precoz en los niños –y niños en riesgo- permite poder empezar a pensar en términos de “prevención” y diseñar tratamientos cada vez más efectivos para alterar el curso del comportamiento temprano y el desarrollo cerebral, que llevará a cambios favorables en la evolución y el pronostico de estos niños/as.
Es necesario promocionar la identificación precoz, conocer mejor los mecanismos cerebrales y desarrollar tratamientos y estrategias efectivas para moderar el efecto y la “expresión” del trastorno del espectro autista en cada niño, lo que aportará mejorías en el pronóstico y la evolución futura, como también la calidad de vida para ese niño/a y su familia.
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